Las razones por las que mi alma tuviera que estar separada de mi cuerpo, y mi deber para marchar fueran de mil millones de motivos, debo considerar el lugar donde conservarla cuidadosamente. Y sin pensarlo siquiera un segundo, la aseguraría dentro de aquélla gema y te la entregaría, confiada, en tus manos mientras se aguarde el regreso de mi extraordinaria partida. Sé que mi alma no pertenece del todo a mí y por ello, con más razón es que la dejaría en tu custodia pues la otra parte me ha dicho que es algo precioso y creo que debo considerarlo.
Incluso si llegaras a pensar que he perdido la razon, sé que seguiras apoyándome y aconsejéndome, a pesar de tan atolondrados que puedan ser mis deseos, sé que siempre estarás viendo por mí. Tú, la Belita y la Alita.
Sólo quiero que pase como allí.
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