
La Luna que invariablemente se hallaba siempre sola en medio de la bella obscuridad, observando allí abajito diariamente a sus queridas amigas las estrellas, que con el tiempo ciertas de ellas se convertían en sus favoritas, y las cuales la hacían sonreír de a montón.
Ella brillaba con el más hermoso y blanco resplandor, reconocía que su naturaleza en realidad era la de una rara y obscura esencia; recibía bellos halagos de los que ella apreciaba pero no tenían un mayor significado, sabía que su entidad tenía un motivo más importante, que la razón de su reluciente ser era por una causa especial que ella no comprendía aun.
Sus estrellas favoritas constantemente le platicaban el motivo de ser...